In Latin America, one of the most common barriers to family planning access is denial of services to women who present at clinics in the absence of menses. Where pregnancy tests are unavailable, many providers fear that nonmenstruating women may be pregnant and, worrying about possible harm to the fetus, require the woman to await the onset of menses before initiating a contraceptive method. In 2005, during a randomized trial of oral contraceptive users in Nicaragua, we assessed a job aid endorsed by the World Health Organization to help providers exclude pregnancy among family planning clients. Among 263 new, nonmenstruating clients, the job aid ruled out pregnancy for 60% of the women. Only 1% of the women were pregnant, and no woman identified by the job aid as "not pregnant" was pregnant. Provider fears that nonmenstruating clients are pregnant are usually misplaced, while fears that hormonal methods can harm fetuses are exaggerated.

En América Latina, uno de los obstáculos más frecuentes para acceder a los servicios de planificación familiar es la negativa a atender a las mujeres que se presentan en las clínicas sin menstruación. Cuando no hay pruebas de embarazo disponibles, muchos profesionales piensan que las mujeres sin menstruación visible pueden estar embarazadas y por temor a ocasionar algún daño al feto les exigen esperar hasta el inicio de la menstruación para comenzar con algún método anticonceptivo. En 2005, durante un ensayo aleatorizado con usuarias de anticonceptivos orales en Nicaragua, se evaluó una lista de verificación avalada por la Organización Mundial de la Salud para ayudar a los profesionales sanitarios a descartar el embarazo en las mujeres que solicitan servicios de planificación familiar. Este procedimiento permitió descartar el embarazo en 60% de las 263 mujeres sin menstruación que solicitaban por primera vez ese servicio. Solamente 1% de las mujeres estaban embarazadas y ninguna de las identificadas por este procedimiento como "no embarazada" lo estaba. El temor de los profesionales de la salud de que las mujeres sin menstruación estén embarazadas es frecuentemente infundado y los temores de que los métodos hormonales puedan dañar al feto son exagerados.

OBJECTIVE: To compare the safety and quality of contraceptive injections by community-based health workers with those of clinic-based nurses in a rural African setting. METHODS: A nonrandomized community trial tested provision of injectable Depo Provera (DMPA) by community reproductive health workers and compared it with routine DPMA provision at health units in Nakasongola District, Uganda. The primary outcome measures were safety, acceptability and continuation rates. FINDINGS: A total of 945 new DMPA users were recruited by community workers, clinic-based nurses and midwives. Researchers successfully followed 777 (82% follow-up): 449 community worker clients and 328 clinic-based clients. Ninety-five percent of community-worker clients were "satisfied" or "highly satisfied" with services, and 85% reported receiving information on side-effects. There were no serious injection site problems in either group. Similarly, there was no significant difference between continuation to second injection (88% among clients of community-based workers, 85% among clinic-going clients), nor were there significant differences in other measures of safety, acceptability and quality. CONCLUSION: Community-based distribution (CBD) of injectable contraceptives is now routine in some countries in Asia and Latin America, but is practically unknown in Africa, where arguably the need for this practice is greatest. This research reinforces experience from other regions suggesting that well-trained community health workers can safely provide contraceptive injections.

OBJETIVO: Comparar la seguridad y calidad de las inyecciones anticonceptivas administradas por agentes de salud comunitarios con la de las administradas por personal de enfermería de dispensario en un entorno rural de África. MÉTODOS: Se llevó a cabo un ensayo comunitario no aleatorizado para analizar la administración de Depo Provera (DMPA) inyectable por agentes de salud reproductiva comunitarios y compararla con la administración ordinaria de DPMA en unidades de salud del distrito de Nakasongola en Uganda. Las medidas de resultado principales fueron la seguridad, la aceptabilidad y las tasas de continuación. RESULTADOS: Agentes comunitarios, enfermeras de ambulatorio y parteras reclutaron en total a 945 nuevas usuarias de DMPA. Los investigadores siguieron con éxito a 777 de ellas (82%): 449 mujeres atendidas por agentes comunitarios y 328 tratadas en dispensarios. El 95% de las mujeres atendidas por los primeros declararon estar «satisfechas» o «muy satisfechas» con los servicios, y el 85% dijeron que habían recibido información sobre los efectos secundarios. No se registraron problemas graves relacionados con el punto de inyección en ninguno de los grupos. De forma similar, no se observaron diferencias importantes ni en lo tocante a la continuación hasta la segunda inyección (88% de las mujeres atendidas por agentes comunitarios, 85% de las que acudieron a un dispensario) ni en otras medidas de la seguridad, aceptabilidad y calidad. CONCLUSIÓN: La distribución comunitaria de anticonceptivos inyectables es hoy día algo corriente en algunos países de Asia y América Latina, pero es prácticamente desconocida en África, precisamente donde se diría que más necesaria es dicha práctica. Esta investigación confirma la experiencia de otras regiones y parece indicar que los agentes de salud comunitarios debidamente adiestrados para ello pueden administrar de manera segura las inyecciones anticonceptivas.

OBJECTIF: Comparer l’innocuité et la qualité d’injections contraceptives effectuées par des agents de santé communautaires avec celles d’injections réalisées par du personnel infirmier en milieu clinique dans des zones rurales africaines MÉTHODES: Dans le cadre d’un essai en communauté non randomisé, on a étudié la délivrance de Depo Provera injectable (DMPA) par des agents communautaires formés à la santé génésique et on l’a comparée avec la délivrance habituelle de ce contraceptif dans les établissements sanitaires de district de Nakasongola en Ouganda. Les principales mesures de performance étaient l’innocuité, l’acceptabilité et le taux de continuation de la contraception. RÉSULTATS: Des agents de santé communautaires, ainsi que du personnel infirmier et des sages-femmes exerçant en milieu clinique, ont recruté au total 945 nouvelles utilisatrices de DMPA. Les chercheurs ont réussi à suivre 777 (soit 82 %) d’entre elles, dont 449 clientes d’agents de santé communautaires et 328 clientes d’établissements cliniques. 95 % des clientes d’agents communautaires se sont déclarées « satisfaites » ou « très satisfaites » de la prestation et 85 % ont signalé avoir reçu des informations sur les effets secondaires. Aucun problème grave lié au site d’injection n’est apparu dans aucun des groupes. De même, aucune différence notable en termes de continuation avec la deuxième injection (88 % chez les clientes des agents de santé communautaires et 85 % chez les clientes d’établissements cliniques), ou d’innocuité, d’acceptabilité et de qualité, n’a été relevée. CONCLUSION: La délivrance dans le cadre communautaire (CBD) de contraceptifs injectables est maintenant courante dans certains pays d’Asie et d’Amérique latine, mais pratiquement inconue en Afrique, où cette pratique est peut être la plus nécessaire. La présente étude confirme l’expérience acquise dans d’autres régions, qui laisse à penser que des agents de santé communautaires convenablement formés peuvent pratiquer sans risque des injections contraceptives.